Un equipo del CSIC ha detectado
por primera vez comunidades microbianas en la bilis de personas sin patologías
hepatobiliares
Un equipo liderado por
investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha
descrito y caracterizado la microbiota presente en la vesícula biliar humana,
un ecosistema de microorganismos poco estudiado hasta ahora. Los
investigadores, que publican sus conclusiones en la revista Microbiome, han
detectado por primera vez la presencia de distintas comunidades microbianas en
la bilis de personas sin ninguna patología hepatobiliar.
Los científicos han empleado
técnicas de secuenciación masiva para ahondar y poner de manifiesto la
existencia de bacterias pertenecientes a cuatro filos diferentes,
principalmente Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Protebacteria.
“Utilizando diversas técnicas,
como la metagenómica y la metabolómica, hemos comprobado que la bilis de
pacientes con piedras en la vesícula y la de individuos control difiere, no
sólo en la presencia y abundancia de determinados grupos y genes microbianos,
sino también en las moléculas producidas durante el metabolismo, los
metabolitos, que son claramente distintos”, explica la investigadora del CSIC
Susana Delgado, del Instituto de Productos Lácteos de Asturias.
El estudio revela la existencia
de una microbiota endógena en la bilis humana, al igual que ocurre en otros
fluidos biológicos del cuerpo. Los investigadores apuntan a que serán
necesarios más trabajos futuros para llegar a conocer con precisión el papel y
la influencia de las comunidades microbianas de este nicho en distintas
enfermedades relacionadas con la dieta y el metabolismo de las sales biliares y
el colesterol.
“La metagenómica nos ha permitido
saber que los microorganismos presentes en la bilis humana tienen una serie de
características que favorecen la adaptación a este ambiente, como algunas
actividades que intervienen en el metabolismo del colesterol que podrían ser
relevantes desde el punto de vista biotecnológico”, señala Delgado.
En el estudio han participado
también científicos de la Universidad de Oviedo, la Universidad Complutense de
Madrid, la Universidad de Parma (Italia) y de diferentes hospitales del
Principado de Asturias.
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